Este es el nombre que la Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros (European Financial Advisors, EFP, por sus siglas en inglés), da en sus cursos de Educación Financiera (muy recomendables, por cierto), al lugar donde deberíamos guardar la documentación más relevante, al objeto de facilitar a nuestros familiares más cercanos las gestiones en caso de fallecimiento o incapacidad. Los que ya acumulamos años de experiencia, recordamos con nostalgia las misivas que hacían llegar a las oficinas bancarias los notarios y abogados para tratar de localizar el patrimonio financiero de fallecidos o incapacitados. Era la época en la que más de veinte bancos y cajas copaban los locales de la Avenida de la Libertad, en San Sebastián, y el trabajo se convertía en una ardua labor.

La informatización ha facilitado el proceso (que ahora se hace por mail), pero mucho más si creas una carpeta en tu ordenador en la que concentrar esta información. ¿Qué debería contener? Básicamente, cualquier documento que, en caso de ausencia por tu parte, ayude a cumplir con este tedioso deber lo más rápido posible (al fin y al cabo, tan sólo se cuenta con entre seis y doce meses, según Comunidad Autónoma para liquidar el Impuesto de Sucesiones y Donaciones): número de cuentas bancarias, número de pólizas de seguro, copia de las escrituras de propiedad, testamento,… Y no olvides decisiones tan importantes como quién se ocupará de la crianza de tus hijos y por supuesto, de la de tus mascotas.

Es importante que la carpeta roja se encuentre protegida con contraseña pero en este caso, no olvides advertir de su existencia y su ubicación a una persona o dos personas de confianza y facilitarles la clave de acceso (la sensibilidad del contenido invita a que no sea por todos conocida su existencia).

Y tú, ¿has preparado ya tu carpeta roja?, ¿te has planteado su necesidad?, ¿con qué frecuencia la mantienes actualizada?